Tanto tanto ruido

{ jueves, 2 de agosto de 2007 }
La vida me hace ruido. Hay un quejido extraño cuya procedencia me resulta indescifrable. Recorro la casa inspeccionando los segunderos de los relojes, los árboles que se bambolean en el viento, las cortinas que rozan el suelo y las tablas del piso que crujen... por las dudas reviso también las que nunca crujieron, para que les sirva de escarmiento, pero no logro dar con la fuente del sonido que me irrita.
La perra se reacomoda en su rincón y me mira como jurándome que no es ella la del ruido raro. Yo le creo, sé que sería la primera en confesar si supiera algo.
Escucho muy atentamente y me parece que es mi propia voz, desde un lugar lejano y con eco, que me está diciendo algo que no alcanzo a comprender. Al cabo de un rato me suena distinto, como un suspiro perdido en un huracán, imperceptible para cualquiera menos para su dueño. Es un ruido temeroso, asustado de ser descubierto y - al mismo tiempo - aterrado de que nadie lo encuentre antes de que termine el juego, como el que tenía el mejor lugar en la escondida.
Es definitivamente un sonido nervioso, lleno de ansiedades acumuladas y de fobias no resueltas y parecido al que nos hace el estómago antes de un examen importante, pero menos gutural.
Después de unas horas, ya no sé si es un problema sonoro o simplemente una sensación, como cuando parece que hubiera alguien en un cuarto vacío. Espío un poquito por la ventana para ver si hay un gato durmiendo en el alféizar, pero no veo nada... y como de noche todos los gatos son pardos, sospecho que éste ha de ser muy oscuro o quizás invisible como el del País de las Maravillas.
A veces se parece un poco al ruido de los juguetes rotos cuando alguna pieza se queda encerrada dentro. Aunque todo funcione bien, el ruido nos confirma lo contrario. Creo que a estas alturas sería preferible escuchar voces... me estaré volviendo un poco más loca? Es posible.
Me pregunto si es la estática de mi cerebro, que nunca para de elucubrar, aunque no podría decirlo con seguridad porque no sé cómo es el sonido de un cerebro a toda máquina. Debe parecerse al de los motores del Titanic, maniobrando para evitar la colisión con el iceberg.
Si tengo sueño, el ruido se cuela en mi bostezo. Si estoy desvelada, se queda pegado en las teclas del control remoto. Cuando estoy muy ocupada, viaja tintineando en mi cartera. Cuando no tengo nada que hacer, se recuesta sobre el atado de puchos y me cruje. De día se muestra con anteojos de sol y de noche con un pijama de estrellas que nunca se pone en público porque - entre nos - está un poco agujereado atrás.
La vida me hace ruido... tanto que casi ni lo escucho. Supongo que le voy a ofrecer la pieza del fondo que está al lado de donde viven los miedos, que por lo menos tienen la delicadeza de ser silenciosos. Quizás se hagan amigos, me dejen en paz y todos contentos!


Ruido mentiroso,
ruido entrometido,
ruido escandaloso,
silencioso ruido.

Ruido acomplejado,
ruido introvertido,
ruido del pasado,
desgastado ruido.

Ruido de conjuros,
ruido malnacido,
ruido tan oscuro
puro y duro ruido.

Ruido qué me has hecho,
ruido yo no he sido,
ruido insatisfecho,
ruido a qué has venido.

Ruido como sables,
ruido enloquecido,
ruido intolerable,
ruido incomprendido.

Ruido de frenazos,
ruido sin sentido,
ruido de arañazos,
ruido, ruido, ruido.
Ruido - Joaquín Sabina

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Somos una máquina capaz de moldear, interpretar e inventar nuestro entorno. Tal vez.

Interesante.

Un saludo.

Gracias.