Tres mitos y cinco refutaciones

{ miércoles, 22 de agosto de 2007 }
Estaba pensando que ya es hora de que vuelva a aparecer en el blog la sección de consejos inútiles que tanto me divierte escribir, así que habré de reinaugurarla con este modesto artículo que también quiere ser un festejo porque el counter acusa que más de 10.000 pares de ojos se han posado en este rincón de internet.
Estimo que en este foro somos todos adultos y que – como tales – nos hemos aceptado como seres sexuales. Con eso en mente (y dejando librado a vuestro criterio el modo de disfrutar de esa aceptación... guiño, guiño) let the games begin!

1. Sexo y poder
Muchos son los reproches que el género al que pertenezco suele enunciar respecto del opuesto en materia de sexo, pero sin lugar a dudas hay dos que encabezan la lista.El primero de ellos es el que surge casi de inmediato cuando se intercambian experiencias relativas a esa práctica que el vulgo masculino denomina “Ingerir el molusco bivalvo” y radica principalmente en la reticencia de los caballeros, a veces convertida en la más viva indignación, a llevarla a cabo.
Si analizamos que su equivalente (comúnmente denominado “Presentar salutaciones al camarada”) constituye una obligación para las mujeres y que su omisión es considerada una afrenta insubsanable, no hay un solo fundamento lógico que explique por qué ellos sólo lo hacen “de favor” y cuando tienen ganas. Salvo que consideremos que este pormenor es una suerte de privilegio, reservado al macho alfa de la manada, lo cual además de ser injusto, implica que las mujeres nos denigramos o sometemos cuando accedemos y que – por supuesto – eso es algo que los hombres no hacen.
Mi conclusión es una simple pregunta: ¿Quién está en la posición más vulnerable? ¿El que tiene su lingam a merced de 32 afilados dientes ajenos o quien detenta la titularidad de esos dientes? La próxima vez que vean a su dama comer turrón, piensen bien quién es el más poderoso de los dos... y aprendan a dar en lugar de dedicarse a recibir!

2. Bíblico, pero real
El segundo reproche más popular apunta a las reacciones masculinas ante la denegación del permiso para ejercer la misma actividad por la que Sodoma cayó bajo la ira del Señor.Esto también parece ser indispensable para muchos señores que, presentándose mucho más liberales que el Altísimo, tientan permanentemente a sus compañeras a desafiar la paciencia de los Cielos.
En el sexo, como en toda otra actividad que requiera de dos o más personas para poder desarrollarse, es imprescindible que exista acuerdo. Si usted pretende jugar al fútbol con una pelota de mármol, probablemente deba primero ensamblar un equipo cuyos miembros no se preocupen si salen de la cancha con la tibia y el peroné en una talquera. Caso contrario, tendrá que conformarse con patear contra la pared.
Analógicamente, tendrá usted mejores chances de continuar compartiendo el colchón con alguien si preserva los intereses afines que si se dedica a ignorar los intereses ajenos en pos de los propios.
Dicho esto, y con todo respeto por las decisiones de cada uno, debo confesar que la mayoría de las mujeres guarda un infundado prejuicio respecto al tema de referencia. A ellas les dejo las palabras de mi madre: no tenés que decir que no te gustan las espinacas sin haberlas probado antes. Primero probalas y después, si no te gustan, no las comas. Pero por lo menos lo experimentaste vos... nadie te lo contó.

3. Ellas no quieren nunca, nosotros queremos siempre
Otra popular “echada en cara” tiene que ver con la supuesta ausencia de iniciativa y motivación en las damas. Habitualmente los hombres sostienen que sus mujeres se entretienen en tacharlos de sexópatas y degenerados por su insistencia a llevar cualquier situación hacia la posición horizontal, al tiempo que retrucan – con más indignación que Sessa expulsado por patearle la cabeza a Palacio – que las anormales somos nosotras, porque siempre nos duele la cabeza, un ovario o el apéndice a la hora de pecar sin intención de concebir.
Yo creo que ni todos los hombres son eternos boy scouts, ni todas las mujeres somos tan propensas a padecer afecciones imaginarias. Hay mujeres a las que les basta un fin de semana para dejar a un hombre imposibilitado por un mes y hay hombres que tienen menos iniciativa que un legislador anarquista. No hay regla general que nos abarque a todos en lo que a conductas se refiere, pero en materia de gustos se aplica lo mismo que en la plaza: a todos nos encanta el subibaja.
Ahora bien, si usted caballero pretende un rápido intercambio de fluidos en el placard antes de cenar en la casa de sus suegros o en el baño del velorio de la Tía Clelia a las 8 de la mañana le sugiero que antes de decir que su compañera no es gauchita considere que quizás la acucia un terror fundado a ser descubierta en el acto y detenida por las fuerzas de seguridad. Recuerde el proverbio estadounidense “Timing is everything!” (Algo así como “Todo radica en la oportunidad”)... y procure ser oportuno!
Respecto de las patologías imaginarias que atacan repentinamente a las mujeres sólo puedo decir que la mayoría tiende a aparecer luego de un episodio desmoralizante, como el inoportuno posicionamiento de una mano a plena vista de toda la comunidad o una referencia a cuán notable es el aumento de peso de la señorita. Para ellas está indicado el mismo tratamiento que para la gripe viral: se va sola al cabo de una semana. Las que surgen inmotivadas son otra cosa, para esas el único remedio es la conversación que comienza luego del siguiente diálogo:
H: - ¿Qué te pasa, linda?
M: - Naadaaa...
H: - Dale, decime que te pasa...(Inserte aquí diálogo a elección, gritos, lágrimas y un par de insultos, todo ello sazonado con una buena dosis de inflamación testicular y exasperación femenina por mala interpretación de todo lo que se diga).
Todo lo dicho más arriba puede resolverse teniendo en mente los siguientes postulados, que son válidos tanto para orgullosos poseedores de lingam* como para elegantes dueñas de yoni:
1. El sexo no tiene que ver con poder, sino con goce. Así que haga lo que tiene que hacer y goce, por favor!
2. La única experiencia que sirve es la que se vive en carne propia. Antes de decidir sus gustos, haga la prueba.
3. A todos nos gusta el chocolate, pero no por eso lo ponemos en el guiso. Hay un momento para cada cosa. Aprenda a reconocerlo.
4. A veces las ganas necesitan ayuda para aparecer. De vez en cuando, antes de decirse NO, pregúntese: ¿Y por qué NO?, podría llevarse una grata sorpresa.
5. Siempre recuerde que no todas las épocas son de vacas gordas. Aproveche las oportunidades del presente, que nadie está exento de las sequías. Mejor tener de quién quejarse que quejarse de no tener con quién.

*Vatsyayana en su célebre opus intitulada “Kamasutra” emplea una terminología específica. Para este autor, el órgano sexual femenino se denomina yoni, mientras que el masculino responde al nombre de lingam.

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