Reflexiones trascendentales

{ domingo, 13 de junio de 2004 }
Es tarde, pero es temprano. Objetivamente, es tarde... mi reloj marca la 01.23 am, pero es sábado, por lo cual hay gente que recién está entrando a bañarse para salir, para ellos es temprano.

Estoy flagelándome con una selección musical que deprimiría al dueño de Aspen: Whitesnake con Is this love; Lennon haciendo Stand by me y el infaltable Aerosmith con Steven gritándome al oido I don't wanna miss a thing se agolpan en el Winamp esperando su turno para dar la estocada.

No, no estoy deprimida, pero sí reflexiva... "Cogito, ergo sum" decía un loco griego enroscado en una sábana: Pienso, por lo tanto, existo. Ojalá se hubiera callado la boca.

Hoy, raro en mi, pienso en hombres. No pienso en mis amigos (que, por cierto chicas, son preciosos, buenos tipos, inteligentes, sanitos y trabajadores. Números a disposición), ni en los hombres de mi pasado. Ni siquiera en los que ocupan mi presente.

Pienso en los que están por venir, en los que todavía no conozco. A riesgo de sonar como una resentida - cosa que no creo ser- debo confesar que me pregunto: ¿Serán todos iguales? Y no es la clásica pregunta retórica. Lo que implico es: ¿Todos reaccionarán igual conmigo?

A veces pienso que soy demasiado exigente porque busco mi "roto" (por eso de "siempre hay un roto para un descosido"). No quiero conformarme con menos que lo que, creo, me merezco, entiéndase: una persona inteligente, con sentido común con quien compartir mis cosas; alguien que me comprenda y a quien comprender.... un compañero. No quiero novios, ni maridos, ni amantes... quiero parejas. Así, sin título ni "Códigos no escritos" del estilo "Tenemos que vernos X veces por semana, llamarnos N veces por teléfono, agarrarnos de la mano y no mirar a personas del sexo opuesto". Quiero alguien que no se sorprenda si le digo "Tenés que mirar a la diosa que se acaba de bajar del colectivo" sin ponerme celosa y que no piense que me gustaría un menage a tròis... que simplemente se de cuenta de que lo hago porque pienso que estar a dieta no nos impide mirar el menú.

Quiero un vínculo sincero, donde las piezas del rompecabezas caigan solas en su lugar. Sin especulaciones, sin histeria, sin mentiras, sin inseguridades infantiles y sobre todas las cosas, sin grilletes psicológicos.

No pienso que voy a ser una solterona conviviendo con cien gatos persas, ni ninguna de esas cosas que se les ocurren a las mujeres que están solas y desveladas un sábado a la noche. SÉ positivamente que me voy a encontrar con ése que fue hecho para mí. Lo que verdaderamente me da terror es el hecho de no experimentar, de no encontrar quien apueste a mi solo por "ver que onda" y de no apostar a nadie por pura diversión.

No quiero conocer al primero y al último condensados en un solo ser. Quiero probar, sorprenderme, enojarme, putear, lloriquear, reponerme y empezar de nuevo. Mi anhelo es llegar al amor definitivo con un pasado y una experiencia de vida detrás. Sucede que las cartas de mi destino ya han sido repartidas, pero no dadas vuelta. La ansiedad me impide esperar con paciencia lo que ha de venir y me lleva a pararme en puntas de pie para espiar el futuro. De más está decir que no puedo ver un carajo.

Pero bueno, dicen los italianos "Che sará, sará": Lo que deba ser, será, de manera que de poco sirve adelantarse. Mis abuelos se amaron muchísimo. De ese amor nacieron cuatro hijos. Hace unos años, el alma de mi abuelo abandonó este mundo. Espero que algún día... dentro de muchos años, pueda decir de mi compañero lo que mi abuela Sarita dice de mi queridísimo y extrañado abuelo Héctor: "Ese hombre ES el amor de mi vida".

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