De la tolerancia en el debate y su complejidad

{ miércoles, 29 de septiembre de 2004 }
"Tolerar" recibe - según el diccionario Salvat Alfa - dos acepciones principales:

1. Sufrir, llevar con paciencia

2. Permitir tácitamente, no impedir una cosa

No creo que sean muchas las personas capaces de ser tolerantes todo el tiempo en el sentido estricto de la palabra, es decir, "llevar con paciencia".

Mi espíritu no es precisamente una fuente inagotable de paciencia. Hay ciertas cosas que hacen que mi tolerancia se vaya al cuerno y me convierten en una persona lisa y llanamente cruel. Lo reconozco, lo sé... lamentablemente no tengo aún la madurez necesaria para cambiarlo (aunque espero alcanzarla pronto) y esta es una de mis grandes falencias. Sin embargo, y en un intento por excusar lo inexcusable, enumeraré cuáles son las circunstancias que destruyen mi facultad de tolerar:

I - La agresión personal en un debate ideológico.

Generalmente, cuando se discuten ideas, posiciones o pareceres, cierta clase de personas tienden a desplazar el eje del debate. Así, Pedro no tiene razón porque es petiso; Juan tampoco porque es ateo y ni hablar de María, que es mujer... cómo podría tenerla?!!. Y me pregunto: ¿qué tienen que ver esas circunstancias con la idea en discusión? ¿Qué diferencia hay entre una idea expresada por X y una formulada por Y, si ambos son seres racionales con derecho a expresar lo que piensan?. Es lógico que si X es árbitro de fútbol y se discute si la falta cometida por García, del Juventud, en el partido del domingo fue o no penal, probablemente su opinión esté mucho mejor fundamentada que la de Y, que es hincha del Juventud desde el día en que nació... pero ¿eso implica que Y no tiene derecho a manifestarse? ¿Una condición meramente coyuntural tiene el poder de dejar sin efecto el derecho constitucional de libre expresión?

Me niego a aceptar eso, estallo... y adiós a la tolerancia.

II - Las mentes cerradas que no aceptan que se puede pensar distinto.

El disenso es la base de todo avance. Si no existieran tantos puntos de vista como personas en el mundo, nunca se sometería a crítica la realidad y todo sería exactamente igual que en el paleolítico. No existirían el catolicismo, la democracia, el divorcio ni los transplantes de órganos. Sucede que "disenso" no es sinónimo de "enemistad". Se puede no pensar lo mismo que el otro, pero - noblesse obligue - debemos respetarlo.

¿Cuántas veces hemos discutido acaloradamente con amigos, padres, maestros, hermanos, cuñados y vecinos, para luego compartir un mate o una salida?

Si se puede respetar la opinión - a nuestro parecer, totalmente equivocada - de nuestros seres queridos, se puede hacer lo propio con la de los demás miembros de la sociedad, que son tan personas como nosotros mismos. Por ello, me desquicia cuando se denigra la opinión que no secunda la nuestra.

Creo que todos deberíamos repetirnos para nuestros adentros: "Lo acepto, pero no lo comparto", pero soy la primera en levantar la voz cuando esto no se cumple.

III - Los expertos en 'opinología'.

Me molesta, casi irracionalmente, la gente que opina de todo, aunque no sepa de nada. Yo no opino sobre la conveniencia de enviar misiones a Marte, ni sobre el desempeño de Independiente en el último campeonato, y mucho menos sobre las decisiones de vida que toman los demás. No tengo autoridad moral ni intelectual para hacerlo. Además, me parece lógico que Doña Rosa juzgue si la hija de Porota es o no una casquivana... pero no creo que lo sea si el Ministro de Economía hace lo mismo. Es decir, cada uno sabe cuándo es o no procedente emitir un juicio categórico respecto de un tópico.

Es irritante hablar sólo por tener boca.

Esas cosas me generan tal rechazo que hacen que me olvide de que soy un ser racional que - se supone - ha de ser tolerante.

Respecto de la segunda acepción ("Permitir tácitamente, no impedir una cosa"), sólo me queda decir que es muy difícil de alcanzar. Es algo así como el Nirvana de la tolerancia. Dejar que aquellos que nos agreden, prosigan con la agresión indefinidamente, es cuasi imposible. Los hombres, a pesar de ser seres racionales, son ante todo animales, y se defienden de los ataques por instinto. Llegar a un estadío tan elevado de espiritualidad que nos permita dar vía libre a las afrentas, sin siquiera un atisbo de reacción, no es nada sencillo e importa desterrar total y absolutamente el salvaje que nos habita para dejar lugar al paradigma del hombre civilizado.

Por lo expuesto, concluiré que soy parcialmente tolerante en el primer sentido de la palabra y que no lo soy - decididamente, no lo soy - en la segunda acepción del término.

Este extensísimo soliloquio viene - obviamente - a cuento por lo sucedido en torno del anterior post, "Bienvenidos al Monte Olimpo", que se extendió hasta otro post, titulado "¿Sos feliz?".

En ellos, me he visto obligada a no permitir más comentarios, en razón del cariz que tomó el debate. Considero que las algunas de las personas que tuvieron la deferencia de comentar allí llevaron adelante algunas de las prácticas enumeradas anteriormente, poniendo a prueba mi tolerancia hasta llevarla al límite. No obstante, reconozco que no debería haber actuado ni contestado como lo hice. Me sentí agraviada, y reaccioné por instinto en lugar de hacerlo como una persona civilizada. Contribuí a desplazar el eje del debate, que se trasladó del plano ideológico para recaer en el de las burdas agresiones personales. Por ello, pido disculpas tanto a quienes se sintieron agraviados, cuanto a los que se mantuvieron ajenos, por haber tenido que soportar tal comportamiento.

Invito a quienes me insultaron entonces, y me comprometo personalmente a hacer lo mismo, a trasladar nuevamente la discusión a un plano abstracto y civilizado, como así también a pedir disculpas a los otros comentadores. Para evitar malas interpretaciones, aclaro que no pretendo recibir disculpa alguna de ellos, sino simplemente agitar una bandera blanca en este foro. Si mi propuesta es aceptada (y estoy segura de que lo será, pues creo que del otro lado también hay seres pensantes y respetables), procederé a habilitar nuevamente los comments en sendos posts, como así también a restituir los que he borrado, a pesar de su contenido injurioso.

En adelante, intentaré tener siempre presente la reflexión motivo de este post, y les pido que si alguna vez me olvido de ella y doy rienda suelta a mi intolerancia - por los motivos que sea - me recuerden releerlo y recapacitar.

Asimismo, propongo que todos expongan sus ideas sobre el concepto de tolerancia, tal y como lo hice yo en este escrito. Quisiera saber qué es la tolerancia para ustedes y qué circunstancias los llevan a hacerla a un lado en pos de prácticas mucho menos favorables a la interacción social. En otros términos: ¿Qué cosas los llevan a reaccionar por instinto?

"Bienvenidos al Monte Olimpo"

{ lunes, 20 de septiembre de 2004 }
Antes de comenzar, se impone una disculpa por los pecados que cometeré sistemáticamente en este post. Sucede que inevitablemente habré de caer en el narcisismo, el egocentrismo y hasta la soberbia para exponer adecuadamente las ideas que ocupan mi cabeza esta noche de transición. Así, con un revelación que tendrá en mí el efecto de una bomba atómica, le digo adiós al invierno y recibo la primavera.



Darse cuenta de lo obvio es siempre doloroso. Es doloroso para el mediocre descubrir lo que es evidente para el resto del mundo: que jamás será más que una persona promedio. Asimismo, para quien sostiene - desde la cuna - el éxito en la palma de la mano, descubrirse diferente implica un tormento similar: nunca será como todos, siempre llevará el estigma del Patito Feo.

A manera de aclaración, les recuerdo que el celebérrimo relato infantil*, no tiene por moraleja - aunque parecería que muchos así lo creen - que no debemos ser crueles con quienes son diferentes (léase 'inferiores'... diferentes es el término preferido por las maestras de jardín de infantes), sino que, en rigor de verdad, la enseñanza que trasciende el relato podría resumirse en algo así como: "Los seres manifiestamente superiores no encajan en una sociedad mediocre". El 'Patito' era un cisne en un mundo de patos... un Eros en tierra de centauros.

Soy un Patito Feo en el correcto sentido de la moraleja. Quienes me conocen les dirán de mí que soy extremadamente inteligente, culta, simpática, extrovertida, divertida, bonita, buena persona, con un fuerte carácter, madura, decidida, enérgica, indómita, imposible de doblegar, libre, dadivosa... y una sarta interminable de elogios - en su mayoría carentes de cualquier contenido - con los que pretenden describir lo indescriptible: la esencia que hace a la individualidad de cada ser humano. Sin embargo, tanta superioridad desplegada a los ojos de los otros, tiene un costado tan sombrío como incomprensible.

Ustedes pensarán que ser exitosa, respetada, admirada y querida es todo lo que una persona puede pedir de la vida... pues yo les diré que no es suficiente.

El éxito construye debajo nuestro un pedestal indestructible, que nos coloca por encima de los demás, de manera tal que terminamos encaramados en el Monte Olimpo... solos, pues no hay muchos como nosotros.

Personalmente, tengo la dicha de compartir este lugar con alguien. Sin embargo, cuando nos miramos a los ojos puedo ver la soledad asomarse en los suyos (como seguramente vos la ves en los míos). Y no hay nada que hacerle: vos y yo hacemos girar el mundo.

Pero... qué difícil es estar tan arriba!! Qué jodido es tener 21 años y las esperanzas de medio mundo sobre tus espaldas!!! Es indescriptible la presión que se siente, la tristeza, la angustia--- y no tener a nadie que comprenda lo que te pasa hace todo mucho peor.

Estoy empezando a cansarme de las frases del estilo: "Pero si sos re inteligente"; "Me decís que no sabés, y después te aparecés con un 10"; "Vos siempre la tuviste clara"; "Se nota que te va a ir bárbaro en la profesión"; y la más repudiada... la que odio con toda mi alma..."Qué problema podés tener!??".

Pues mi problema es el siguiente: la mayoría de las personas que me frecuentan, me miran con admiración y respeto - como si yo fuera un escibano con 30 años de trayectoria - en lugar de hacerlo como a una más del montón. No puedo comportarme - ante ciertas personas - como una total inconsciente sin correr el riesgo de que se abochornen como cuando un tío ebrio cuenta un chiste obsceno en un velatorio. No puedo manifestar mis confusiones sin tener que escuchar frases pelotudas como "Ahhh, ya se te va a pasar... vos sos muy madura para esas cosas". Los hombres me tienen miedo... los intimido con mi autosuficiencia. Todos me piden consejos, me dicen lo fantástica que soy y me admiran... y la puta madre... por qué no habré nacido normal!!!

Por qué me toca ser el Patito Feo y no uno de los Patitos del montón, que sí eran patos y no cisnes?

Quizás nunca pueda responderme estas cuestiones, pero al menos me las planteo.

Como dice mi mamá - que hace magia conmigo - el día que tenga que amamantar a mis hijos, lo haré de la misma forma que cualquier otra mujer, en el Monte Olimpo, pero como cualquier otra...



*Para quienes no lo recuerdan, encontrarán un link al cuento en mi página.

Del "Reversi" y sus jugadores (Alegoría oscura y complicada)

{ viernes, 17 de septiembre de 2004 }
Soy muy buena jugando. Conozco las reglas, algún secreto, una que otra táctica. Me desenvuelvo como pez en el agua frente a mis oponentes y los desafío todo el tiempo, mientras río adivinando sus jugadas.

Pero... cómo jugar cuando no se quiere ganar la partida? El dilema es claro: si gano, podría no obtener lo que quiero - en tanto NO SÉ qué quiero - y si pierdo, me encuentro ante idéntica posibilidad.

Ir a menos sería insultar a un oponente de lujo. Debo hacer mi mejor esfuerzo. Pero no quiero.

Quiero patear el tablero y, por una vez, jugar con reglas ajenas. No saber a qué atenerme, esperar, probar, quizás sumar algún punto sin darme cuenta.

Ahora bien, ¿cómo luchar contra mí misma?. Porque en el juego sin reglas pierdo el control, la seguridad de conocer la estructura, la certeza de saberme buen rival. Y me ataca la ansiedad... llevándome al estado en que me encuentro ahora: insomne, agobiada, cansada, perdida... y lo que más me molesta: temerosa. Tengo miedo de dar un paso en falso que se traduzca en una pérdida irreparable, tanto para mí misma como para mi oponente.

Y sí... me importa mi rival. Pienso cómo repercutirán mis jugadas en su estrategia, aún cuando debería preocuparme únicamente por ganar tanto terreno como me sea posible con mis fichas negras.

Por qué me tocan las negras? Por qué siempre le tocan las blancas? Será algo así como la lucha entre la luz y la oscuridad? Estaré destinada a ser Darth Vader en esta película? Cuántas preguntas sin responder!!! Cuánta incertidumbre!!



"Es la incertidumbre

lo que te enamora.

Mil besos sin dueño

bailan en mi boca"



Dice el Ángel Gris de Caseros... pero yo odio la incertidumbre y necesito certezas urgentemente.Sólo me queda decidir si cambio el Reversi por el Ajedrez. Pero me parece que voy a optar por seguir tu consejo... y no voy a jugar más a nada.

(En los líos q uno se mete despues de un reversi)

No es bueno que el hombre esté solo... pero a veces, se lo merece!

{ sábado, 11 de septiembre de 2004 }
Cuántas veces logran impacientarnos! En ocasiones, nos provocan unas ganas desesperadas de sacudirlos al grito de: ¡¿Sos imbécil, vos?!. Pero no lo hacemos porque sabemos que no entenderían a qué nos referimos... y pasaríamos a engrosar la lista de histéricas y/o locas.Por ello, y porque sé que no todos son tan idiotas, es que quisiera exponer una serie de errores que suelen ser cometidos por la mayoría de los individuos del género opuesto. Tomen nota, boys!!



Error nº 1: Siendo demasiado gráfico.

Toda frase que comience con "Te parto/chupo/agarro/rompo/muerdo" y afines, como así también los lamentables juicios hipotéticos del estilo "Si me mirás una vez más, no te salva ni Cristo" pueden ser muy interesantes cuando provienen de una persona con la que hemos establecido cierto lazo de confianza. Pero cuando salen de la boca de un transeúnte, de un compañero de trabajo e incluso de alguien que se nos acerca por primera vez en una reunión del Centro de Estudiantes, se convierten en el detonador de una bomba de insultos - y a veces golpes - que lejos está de incitar a una mujer a mirarte dos veces.En la misma categoría quedan encuadradas las descripciones detalladas de las cosas que les gustaría hacer con nosotras y/o hacernos y las fantasías de índole sexual que han cruzado sus cabezas al vernos bajar del 60. Cuando no tienen confianza con una mujer, es preferible emplear medios más sutiles para generar interés antes que hacerle sentir que es únicamente un medio para alcanzar... digámosle "el fin". Mi consejo: guarden las expresiones hiperdescriptivas de sus intenciones para cuando hayan hablado - como mínimo - tres veces con la chica en cuestión, si no quieren terminar repiténdoselas a la enfermera de Terapia Intensiva.



Error nº 2: Acercarse "garroneando"

No hay nada más desalentador para las mujeres que los hombres que pretenden llamar nuestra atención pidiéndonos favores. Recientemente, me encontraba yo en La Diosa y un muchacho bastante interesante - que hacía rato me miraba fijo - se acercó a mí. Me miró con simpatía y, sonriendo, me dijo: "No me das un cigarrillo?". Le entregué lo solicitado y le puse un sello en la frente que rezaba "SOY UN PERFECTO IMBÉCIL". Nunca pretendan conseguir una sonrisa de una dama pidiéndole un cigarrillo, ni un traguito del Daikiri, y muchísimo menos tratando de que los deje colarse en la fila del boliche. Es simplemente pa-té-ti-co!!! y no deja ganas de volver a verlos nunca. MI consejo: Si no saben qué decir para acercarse, prueben con el clásico: "Hola!". No es muy ingenioso, pero es mejor que "Una monedita, por favor".



Error nº 3: Haciendo alarde

Es bueno que se "vendan". Un poco de propaganda genera curiosidad y las consecuentes ganas de descubrir cuánto de ello es cierto. Pero el alarde desmedido de las dotes amatorias, posición socioeconómica, cantidad de cd's poseídos, lugares del mundo visitados y vuestra persona en general, deja la sensación de que se están autoconvenciendo. Nada es más triste que un hombre que habla, sólo para escucharse a sí mismo. Aburre, desanima... y nos hace mirar el reloj o buscar con disimulo a alguien de nuestro grupo para ver si logramos que nos rescate. Mi consejo: Traten de no proyectar en la primera charla sus inseguridades personales. Después de todo, para eso están los psicólogos!!



Error nº 4: Subidos a la calesita de la histeria

Supongamos que dejando de lado las groserías, el mangazo y el autobombo, hemos conseguido acercarnos a una dama y entablar con ella una amigable conversación. Comienza el habitual juego de provocaciones, y nos encontramos ante el peligro del exceso de histeria. Si has establecido que ella te gusta y la chica ha correspondido, es decididamente el momento de avanzar un poco más. No hay nada más molesto que un tipo vueltero... indefinidamente vueltero. Si ya hemos demostrado que está todo bien y a ustedes les consta, corresponde definir el próximo paso. Esto no significa que no puedan retirarse sutilmente... después de todo, a veces se impone la huida, pero tanto si buscan acercarse más a la chica, como si pretenden enfilar hacia la salida al grito desgarrador de: SOCORROOOOOOOO!, el histeriqueo no debe prolongarse ad infinitum. Mi consejo: No hay nada peor que un hombre sin huevos, así que o concretan algo de lo que empezaron, o se retiran con una excusa digna, pero no sean tan cobardes como para esperar que se derritan los polos para despedirse o pedir un teléfono!!!



Error nº 5: Anteponiendo el orgullo

Hay actitudes deplorables, pero las de un hombre con el orgullo herido superan todo lo imaginable. Obedecen a diferentes causas: otro hombre rondando, el rechazo prima facie, la indiferencia y - el pecado capital- la disconformidad con el rendimiento.No importa cuán heridos estén... háganse hombres! Ninguna de las dos posturas es aceptable: ni la pobre víctima, ni el vengador desalmado. Ambas son igualmente lamentables. Si te descubrís pensando "Ahora vas a ver" o "Por qué a mí?", estás a punto de mandarte flor de cagada. Generalmente, si ustedes tienen en frente una digna rival, ponerse en actitud de "malo de película de Disney" o de "Bambi-cuando-le-matan-a-la-madre" va a enfrentarlos con el lado más oscuro de ella... y déjenme decirles que es más poderoso que el lado oscuro de "La Fuerza", paddawans!! El hombre que agrede, debe ser agredido ("La mejor defensa es el ataque") y el que dá lástima, también, por pelotudo.Mi consejo: Jueguen con dignidad y aprendan a identificar las reglas con las que juega cada mujer, de manera que siempre queden como perfectos caballeros. Eso les va a servir para prevenir úlceras gástricas y, sobre todo, para conseguir indefectiblemente lo que quieren.



PD: Porque no quiero que me inunden de comments insultantes: ESTO ESTÁ ESCRITO EN TONO JOCOSO! jajaja