Vínculos II

{ viernes, 3 de abril de 2009 }
Encuentro muy extraña a la mecánica de los lazos que unen a las personas: es tan impredecible que me sorprende constantemente. Nunca sabemos a ciencia cierta qué tipo de vínculo estableceremos con alguien cuando recién nos conocemos y, así, detrás de una conocida de otra conocida encontramos una amiga para toda la vida; en un compañero de trabajo descubrimos al padre de nuestros hijos y en un pariente lejano una versión espejada de nosotros mismos. Después vendrán las evocaciones de sobremesa del estilo: "Te acordás de cuando nos conocimos, en la tribuna de la cancha de Excursionistas?" que nos harán sonreir con nostalgia y reflexionar sobre inútiles hipótesis como qué hubiera sucedido si no fuéramos hinchas de Excursionistas o si ese domingo hubiéramos ido a ver el partido a un bar. La vida tiene esa costumbre de conectarnos como si el Universo fuera Google y nosotros meros links recopilados en un infinito server que se ocupa de asociarnos empleando misteriosos algoritmos, ese azaroso - o predestinado - encuentro de dos almas afines puede cambiarnos la vida para siempre y sin embargo permanecemos como meros peones, ignorando la estrategia que se urde en la mente de la mano que nos mueve. Y sí, a veces, en las noches de otoño, me da por creer que a fin de cuentas no soy yo quien decide hacia dónde ir, sino una fuerza externa y omnisciente. Se me pone en la cabeza que hay cosas que suceden porque están escritas, a las que no podemos escapar aunque pongamos en ello todo nuestro empeño y ya no hay quien me convenza de lo que creo casi dogmáticamente la mayor parte del tiempo: "Cada uno es artífice de su propio destino".