Tirón de orejas (para mi costado sensible)

{ domingo, 29 de mayo de 2005 }
Cosas que una no debería hacer cuando está triste:
1. Mirar películas como "El Diario de Bridget Jones" a las 2 de la mañana de un jueves hábil.
2. Contarle tu tristeza a todos tus amigos, pero en una actitud tan sarcástica y sonriente, que a los demás les resulta gracioso y no se dan cuenta de lo dolorida que estás.
3. Barrer bajo la alfombra y pasearse por el mundo exterior con cara de "Soy lo más", para luego meterse en la cama y confirmar que sos lo menos.
4. Comprar dos atados de cigarrillos y fumárselos todos en un día, con la excusa de que "después de las 00 hs. ya es otro día!" (VIL MENTIRA!!! Si no te fuiste a dormir, no es otro día, es el mismo!)
5. Dejar caer un par de lágrimas en lugares concurridos o inadecuados (trabajo, facultad, colectivo, etc.), para ver si desatamos un poco el nudo que llevamos todo el día en la garganta y conseguimos respirar un poco.
6. Mentirnos diciéndo "No sé lo que me pasa", cuando en verdad lo sabemos exactamente, pero lo negamos para no tener que enfrentarlo.
7. Enumerar las cosas que nos gustaría hacer, lograr o tener en nuestras vidas... y descubrir que no tenemos ninguna, o que tardarán años de esfuerzo en llegar.
8. Intentar disimular cansancio, ojeras, mala alimentación y tristeza a fuerza de suplementos vitamínicos, cigarrillos, café y horas de solitario spider.
9. Evitar los abrazos, caricias y demostraciones de cariño de nuestros seres queridos, por miedo a romper en llanto y dejarlos con cara de "Uh!! Te lastimé??!!"
10. Tener crisis de llanto con la misma frecuencia con que nos lavamos los dientes: tres veces por día... y a veces cuatro.
Pues bien, he batido mi propio récord haciéndolas todas en el transurso de una semana. Algunas, más de una vez.
Lo más lamentable es que no tengo un problema grave acuciándome, me las arreglo para cumplir con mis obligaciones más que satisfactoriamente, no estoy sola y no me falta apoyo.
Ni siquiera tengo la decencia de deprimirme como es debido.
Estoy angustiada, entristecida, disconforme, confundida, rebelada, aturdida... porque sé que estoy mutando. Una parte de mí está muriendo lentamente, y su agonía me carcome.
Es ese pequeño rincón que se resiste a cederle espacio a la madurez, ese lugar donde sigo teniendo 15 años y unas ansias de experimentar únicas.
Ahí, donde todo es blanco o negro, donde todo lo ilumina el fuego incandescente de la espontaneidad, donde la pasión es la Reina y la irresponsabilidad, la Primera Princesa. En ese espacio cada vez más chiquito, donde me resistí con éxito a ser diligente, que preservé de los embates del paso del tiempo, donde nunca obré con seriedad y donde nunca hice lo que se supone correcto, sino simplemente lo que me dictaban mis ganas... ahí se extingue lo que quedaba de mi libertad de espíritu.
Habré, entonces, de resignarme a tener un corazón comprometido, que busca ese amor solemne del que están hechas las parejas estables. Ya no podré jugar el juego como lo hiciera otrora, las reglas cambiaron tanto!!
Ya no vale tener 'más-que-amigo-menos-que-novio' de fin de semana, ni hacerme negar por teléfono, ni apagar el celular, ni omitir voluntariamente responder algún e-mail, ni ocupar el tiempo muerto en el boliche jugando "tonsil hockey". Se terminaron los tiempos de la agenda paralela (no porque yo tenga efectivamente una... ni ahí!!) y de los histeriqueos sin fin. Ya no sirve volver a casa sola, a esperar el llamado del día siguiente con cara de Homero Simpson frente a una caja de doughnuts.
Y no vale porque me traicionaste. Estás madurando sin mi permiso y encima tenés el atrevimiento de aguijonearme cuando ignoro tus caprichosos pedidos. Sí, ya sé que no te hace feliz mi conducta de liberada, pero - por si no lo notaste - a mí tampoco me gusta tu actitud de Mujer Para Tí.
Yo no era de esa clase de mujeres, era distinta. Pero ahora querés que deje de lado mi orgullo y lo sea.
¿Sabés qué es lo que más me duele? Que me hayas hecho quererlo sin mi permiso.

Preguntas existenciales

{ sábado, 21 de mayo de 2005 }
Hoy tengo ganas de postear, pero no de reflexionar. No puedo elegir una pregunta y bucear en mi hasta encontrar una línea de razonamiento coherente. Me quedaré, entonces, sólo con las preguntas:

* Por qué ir a la Facultad sin dormir es tan divertido cuando voy desde tu casa, aunque no tenga libros, aunque esté confundidísima, aunque haga mucho frío?
* Por qué las cosas que no me gustan en los demás, en vos me parecen encantadoras?
* Cuántas veces te repetiré que no te quiero, hasta que te des cuenta de que no es tan así?
* Por qué me gusta tanto ayudarte a limpiar, si en mi casa no agarro una franela ni para moverla de lugar?
* Cuándo dejé de ser una nena malcriada y egoísta para convertirme en una jovencita colaboradora y solidaria? Alguna vez fui distinta con vos?
* En qué lugar de mi espíritu está escondido el miedo que antes lo invadía todo? Por qué a veces no logro encontrarlo?
* Por qué duermo mejor y descanso más en tu abrazo?
* Cómo hacés para liberarme de todas mis angustias con nada más que una mirada? Por qué es más efectivo que mis intentos de reflexión?
* Cuántas veces me vas a alejar de vos hasta que te decidas a no dejarme ir nunca más? Alguna vez lo harás?
* Cómo se hace para que las palabras que se amontonan en mi garganta salgan y lleguen a tus oidos? Por qué no tengo el coraje de decirte que te extraño?
* Qué es eso que siento cuando me contás que pensaste en mí? Eso es lo que llaman "amor"? Se puede amar a alguien y no saberlo uno mismo? Es posible enamorarse de verdad tan rápido?
* Hay alguna posibilidad de que vos también te calles lo mismo? Te pasará igual que a mí? Tendrás el mismo miedo al rechazo?
* Por qué me pareció tan tierno lavarme los dientes con el dedo, cuando en otras circunstancias me hubiera parecido espantoso? Por qué cuando se es feliz, todo parece color de rosa y nada nos preocupa?
* Por qué me pediste que fuera? Qué te hizo arrepentirte de lo que me habías dicho apenas una hora antes? Por qué no quisiste que me vaya? Por qué no te importó nada, te olvidaste de tus obligaciones, renegaste de tus responsabilidades y te bajaste del mundo, mientras todo seguía girando? Y, lo más importante...
Tuve yo algo que ver con eso?

Nueces para el amor ...

{ jueves, 19 de mayo de 2005 }
Hay ciertas frases que, en contextos determinados, nos hacen suspirar tiernamente. Sin embargo, removido el contexto, el mismo conjunto de palabras se torna una estupidez tan grande que invita a desterrar el suspiro, en pos de una sonora carcajada.
Expongamos un ejemplo: imaginemos un contexto romántico, al mejor estilo película cursi. Velas, hogar encendido, vino tinto, pétalos de rosa y la voz de Luis Miguel cantando "Te extraño... como los árboles extrañan el otoño..." Suena bien, verdad?
Ahora imaginemos una escena real, de la vida cotidiana: noche a la intemperie, autos, luces de alumbrado público, frío, dos personas enterradas bajo una pila de abrigos, cartoneros, un policía en la esquina y una voz que estúpidamente dice "Te extraño" a un individuo parado a 10 centímetros. (Está bien, ríanse... yo también lo haría si no supiera que esa era MI voz!!)
Escucharme decir esa idiotez en ese contexto es - probablemente - una de las cosas más humillantes que me han sucedido en la vida.
(¿Por qué será que las cosas que suenan tan bien en nuestra cabeza, resultan tan inadecuadas cuando las decimos en voz alta?)
Sin embargo, de nada sirven los arrepentimientos y las explicaciones post-bochorno. Hay que ponerle el pecho a las balas, afrontar las consecuencias de nuestros dichos y hechos con la mayor dignidad posible y seguir. Así entiendo yo el dicho "Nueces para el amor"... hace falta resistencia y dureza para llevarlo adelante.
Afortunadamente, tuve la suerte de que el receptor de mi mensaje era lo suficientemente maduro como para contener la carcajada y actuar con naturalidad, en lugar de entonar a los gritos "I will always love you" (que identificaba a la serie Corky).
Entonces surge en mí un interrogante... Si a pesar de mi falta de lucidez mental en el episodio, todavía le quedan ganas de escuchar lo que tengo para decir y - aún más importante - de no rematar la conversación con un "Por cierto, mañana me mudo a Alaska, así que no me llames más!!"... ¿No es eso amor?
Quiero decir, yo creo que el verdadero sentido del término "Amor", en todas sus formas, implica el respetar las diferencias y querer al otro, no a pesar de sus defectos, sino por ellos. Por ejemplo: si yo no levantara en peso sistemáticamente a todos los que quiero cuando hacen algo que no deberían, no sería yo misma. (Y quienes me conocen, saben que puedo ser insoportable - entre otras cosas - con eso, pero sospecho que si no lo hiciera, me preguntarían si me siento bien).
Debo confesar que la reacción me sorprendió gratamente. Como diría un amigo "Esperaba mucho menos". O, aún mejor expresado... no esperaba nada más que un rechazo rotundo, implacable e irreversible, que me bajara prontamente de la nube y me forzara a regresar a la realidad.
A veces, es bueno no obtener lo que uno espera. Muy bueno.
Y aquí me encuentro... ligera. Liberada de una carga que me agustiaba más allá de lo que podía soportar, sin más especulaciones vanas, sin preguntas hipotéticas que empiezan con "Qué hubiera pasado si..." y con muchas ganas de retomar la conversación pendiente. Dispuesta a correr el riesgo de que nada salga como lo espero, porque la realidad ha demostrado ser mucho más gratificante que mis hipótesis, a pesar de que obedece a un supuesto que nunca contemplé.
Ya ven... es imposible prever con éxito todos los cursos posibles de los acontecimientos. Por eso, es mejor dejarlos ser.
Es mejor esperar que desesperar, ocuparse que preocuparse, hablar que callar y - parafraseando a la gente de Andando Descalzo - resolver que llorar.
Nada me queda por hacer más que dejar que pase el tiempo, dejar que las cosas se den como deban darse y actuar conforme mis deseos y emociones. Supongo que ha de ser más fácil que juntar el coraje para decir mil cosas, porque toda la determinación que pude reunir con enorme esfuerzo de voluntad, solo fue suficiente para decir "Te extraño".

Un cielo de lunas rotas

{ miércoles, 18 de mayo de 2005 }
Cuando una relación de culaquier índole se termina, indefectiblemente deja tras de sí un tendal de promesas rotas. Esas promesas que se hacen bajo la luna llena de una noche de verano, que nacen destinadas a no cumplirse o que -mientras dure la relación - poco importa si nunca se cumplen, porque son un símbolo. Pilares invisibles de un proyecto de dos.
Con el último adiós comienza el duelo. Algunos derramarán ríos de lágrimas en un intento por exorcizar del alma todos esos sentimientos que quedaron sin compartir con el otro. Otros harán una retirada silenciosa, mientras meditan cómo llenar las piezas faltantes del porvenir, que se llevó el ser amado. Unos pocos respirarán aliviados.
Pero todos, a la luz de la soledad y en compañía de la implacable memoria emotiva que tenemos los seres humanos, recordaremos esas promesas ingenuas con un dolor punzante. Evocaremos la voz que, entre penumbras y caricias, nos decía suavemente: "La próxima vez...", "Mañana...", "Algún día..."
Y volveremos a sentir su perfume, sus silencios, su respiración... por un breve instante sentiremos la esperanza de que nada concluyó, de que todo sigue igual.
Pero en algún momento hemos de abrir los ojos, miraremos el vacío y el vacío nos devolverá la mirada. Entonces, y una vez más, sabremos que estamos solos en el mundo.

Este post es para Sebi. Mi amigo, mi consejero, ese que tiene los hombros más anchos del mundo y que me los presta cuando me vengo abajo. Para vos, que me das la cara contra las verdades que no quiero ver, cuando menos ganas tengo de verlas... y que al mismo tiempo me das el abrazo más grande del mundo. Me quedo con tus palabras de esta noche. Y con un deseo para todos los que descubran que "son personitas" :
Ojalá nunca se rompan las lunas de los que se aman, ojalá alguna vez se termine para siempre la condena de los solitarios, ojalá se muera la pena, se seque el llanto de los corazones destrozados y amores nuevos nos regalen la esperanza que nos dejó por los que se fueron sin llevarnos con ellos.
Y a vos, por ahora te digo:
Gracias... buena suerte y hasta luego!!

Un brebaje verde llamado "mate"

{ martes, 10 de mayo de 2005 }

No quiero caer en lugares comunes. No diré "el mate es un ritual", ni diré que su magia reside en compartir. Ya sé que no todos toman mate.

Sin embargo, cuando quiero decirle a Ger - que no toma - que nos juntemos a la tarde, a hablar de todo-eso-que-no-pudimos-hablar, le digo "Nos tomamos unos mates", y él entiende todo. Incluso, y esto sí me parece muy gracioso, él me invita a tomar mate!

En una ronda de mate he escuchado (y efectuado, a mi vez) las revelaciones más increíbles:

"Me parece que me enamoré"

"Estoy embarazada"

"Dejé la Facultad"

"Fulano se peleó con Mengana... después de 6 años!!"

"La extraño"

Y una interminable serie de declaraciones de igual tenor.

La rareza de las conversaciones enmarcadas en yerba está dada principalmente porque la ronda marca el ritmo de la conversación y una oportuna obligación de chupar (EL MATEEE!!) nos ahorra el mal momento de una interjección desubicada. Así, suceden cosas como
ésta:

A: - No sabés lo que me enteré!! Mi prima Rosita está embarazada!! No lo podía creer... ella, siempre tan inocente. Ese tipo es un degenerado.

B: - (Chupa el mate, para no decir: VAAAAAMOSSSS!! Si es más rápida que Di Palma!)

El que ceba dirige la batuta. Un estratégico desvío en la ronda evitará que quien está contando el chimento más jugoso, o revelando su alma a los contertulios/as, calle o interrumpa el soliloquio.

No obstante, los fumadores podemos interferir con la tarea del cebador... hacemos nuestras propias pausas para encender un pucho.

Pensemos en las noticias importantes de nuestras vidas, en las decisiones que hemos tomado en concilio y en los problemas que hemos resuelto - o al menos exorcizado - pava de por medio. O, a la inversa, tratemos de identificar cuáles de éstas cosas pasaron en un contexto que no incluya la mateada. Pocas, no?

Recuerdo ahora dos momentos: uno muy feliz y uno muy triste. Y me hacen pensar que sólo algo tan peculiar como la ingesta de ese "brebaje verde llamado mate" - como le dice mi Mamá - puede actuar como hilo conductor entre ellos (Nadie toma champagne en un velatorio!!! Bah, salvo que el occiso no nos cayera muy bien... pero igual, es falta de respeto!).

El mate acompaña, reconforta, tranquiliza y consuela, no por sí solo, sino porque generalmente lo tomamos con esa gente especial que nos banca en todas. Con amigos, con la familia, con esa persona a la que le hemos echado el ojo, con marid@s/novi@s, cuando tenemos la billetera rebosante y cuando no tenemos ni una moneda de 1 austral, en la playa en verano y al lado de la hornalla encendida en invierno, la noche antes del parcial y a la vuelta del boliche... siempre terminamos sucumbiendo a los encantos de la bombilla destartalada que, juramos, vamos a reemplazar.

No importa - a esta altura del post - qué me impulsó a escribir esto... eso es "harina de otro post". Lo importante es compartir, escuchar, explicar, conversar y a veces (con cuidado de no tirar todo y quemarnos en el proceso!!) abrazar al que lo necesite. Aunque no le toque todavía
el turno, aunque nos haya dado uno frío, aunque nunca en su vida haya puesto la pava.