Todos los caminos me conducen a Roma (Y doy gracias por eso!!)

{ jueves, 7 de abril de 2005 }
Conforme va pasando la vida, atravesamos diversas etapas hasta llegar a la efectiva conformación de nuestra identidad.
En un primer estadio, adoptamos las costumbres de nuestra familia como propias. Así:
* Pasamos Navidad con los abuelos maternos y Año Nuevo con los paternos, creyendo que existe alguna clase de "Ley Universal" que así lo dicta.
* Miramos minuciosamente hacia ambos lados antes de cruzar la calle, al tiempo que recordamos la voz de nuestra madre ordenándonos hacerlo.
* Saludamos con un desganado beso a todas las personas que ocupan una habitación cuando llegamos a ella, bajo expresa amenaza de nuestros padres de "sacudirnos" apropiadamente si nos negamos a besar a la Tía Clelia, que siempre e indefectiblemente nos pellizca los cachetes.
* No llamamos por teléfono después de las 22 hs. (para no molestar, vio?)
* Decimos "Por favor" y "Gracias" a diestra y siniestra.
* Compartimos los juguetes - enfermos de rabia - con los odiosos hijos de los amigos de nuestros padres.

Luego, ya entrados en la adolescencia, empezamos a formar una personalidad más definida y elegimos de motu propio lo que nos gusta y lo que no. Empezamos a cuestionar lo que nuestros padres dicen que está bien, y creamos nuestra propia noción de "Correcto - Incorrecto" y...

* Nos aburrimos soberanamente en las cenas festivas familiares, esperando con ansias que den las 00 para huir raudamente a reunirnos con nuestros amigos.
* Cruzamos la calle por la senda peatonal y con el semáforo en rojo, porque llevamos el discman a todo volumen, mientras pensamos en cualquier cosa, menos en las instrucciones viales de mamá.
* Saludamos a todas las personas que se hallan en una habitación cuando llegamos, aún motivados por el miedo a la "sacudida" de nuestros progenitores, pero esquivamos con disimulo a la Tía Clelia,o - aún peor - la distraemos acercándole un hermanito o un primo.
* Hablamos por teléfono únicamente después de las 22 hs. (Porque antes no hay nadie o nadie tiene novedades que contar)
* Agradecemos diciendo "Gracielita" o "Thank you" y el "Por favor" se torna "Please" o... "Copate y pasame la sal, viejo" (Este último con algo de temor... o me van a decir que nunca les amagaron un sopapo??)
* Soportamos con coraje a algunos amigos de nuestros amigos... para hacerle honor a la amistad.

Cuando empezamos a ponernos viejos - como le sucede a quien les habla - dejamos de tener preferencias para pasar a tener "mañas". Ya no hay quien logre que modifiquemos ciertas rutinas que, mecánicamente, repetimos día tras día y año tras año. Y no hay quien nos convenza de hacer lo que no nos gusta.
* Disfrutamos las cenas en familia, porque estamos todos grandes y nos reimos a morir contando historias antiguas, como la de la vez que mi tío casi prende fuego a mi papá con un globo aerostático. Después de las 00, llenamos la casa de amigos y amanecemos en el patio, mirando los fuegos artificiales al tiempo que proferimos exclamaciones del estilo: -"Ahhhh!"
* Cruzamos por la senda, cuando el semáforo para peatones muestra la atlética figura del muñequito blanco... aunque a veces especulamos un poquito y nos mandamos un trote para cruzar en rojo. El discman lo dejamos en casa para que no nos roben y porque come pilas como mi hermano caramelos.
* Cuando llegamos a algún lugar, saludamos a todos los presentes porque queremos hacerlo.
* Nos pasamos el día con el celular al hombro, mandando mensajes de texto a todo el mundo. Tipo 3 de la mañana, antes de salir, nos hablamos para combinar bien el encuentro. Al regreso, pedimos a nuestros amigos que nos avisen cuando llegan a casa... para poder dormir tranquilos.
* Gracias es "GRACIAS" y "Por favor", "POR FAVOR". Nos molesta la gente que no usa las "palabras mágicas".
* Preguntamos, antes de ir a ningún lado "Quiénes van?" porque ya no tenemos ganas de poner buena cara a esos que no soportamos nunca. Y si nos cruzamos con algún 'indeseable' lo saludamos amablemente y seguimos camino, teniendo la deferencia de mandarle afectuosos saludos a su familia.
La vida es bastante traicionera. Ponemos todo nuestro empeño en la construcción de una identidad bien definida. Somos sinceros con nosotros mismos, evitamos la hipocresía, desafiamos los convencionalismos en pos de crear una realidad distinta, sin las estructuras anquilosadas de las generaciones anteriores. Queremos hacer una senda propia, diferente... pero acabamos por convertirnos en nuestros padres!!!!!!!!! Y lo peor de todo es que nos sentimos orgullosos de ello.