Flashback

{ viernes, 8 de diciembre de 2006 }
Una muerte. Una enfermedad jodida. Operaciones, médicos, quimioterapia, llanto, dolor, angustias. Mucho más llanto.
Y en la oscuridad, docenas de manos extendidas. Pañuelos descartables y abrazos partidos de dolor. Un mate y una sonrisa.
Corridas, ausencias, la vuelta de los que se habían perdido en algún lugar del camino. Y un amor tan grande como el dolor mismo, un cariño que te pega tan fuerte que te hace doler el alma, que te llena de miedo a no saber retribuirlo.
Ese fue mi año. Un año de mierda.
Pero tuvo también sus momentos gratos. Como el ying y el yang, en medio de la tempestad se asoma un rayito de sol que entibia el alma y le impide congelarse del todo. A veces, la diferencia entre dejarse vencer y dejarse querer radica en la habilidad del que se tiene en frente y afortunadamente me rodea gente muy hábil.
Todavía no internalicé la idea de que sobreponerse a la adversidad es lo que importa y no la adversidad misma. Cuesta pensar que esto es un triunfo cuando tiene sabor a derrota. Por eso este 31 no voy a arrancar con el pie derecho, ni voy a brindar por una vida nueva. Cuando den las 12 voy a cerrar los ojos, con la esperanza de que me aborde el sentimiento de triunfo que no percibí en todo el año y con el más profundo deseo de que las adversidades por venir sean menos adversas y un poco más fáciles de afrontar.

Un mejor año nuevo para todos!!!