Tener el corazón roto

{ viernes, 2 de marzo de 2007 }
Mi papá tiene un cuerpo grande, 20 centímetros y 30 kilos más grande que cualquier hombre promedio. Pero tiene un corazón aún más grande, tan grande que a veces no cabe en su cuerpo de gigante.
Es un corazón gruñón, que repite muchas veces las mismas cosas y que a veces hace como que está enojadísimo. Es de esos corazones que no se quieren asumir llenos de dulzura, por lo que hacen de cuenta que son de hierro, aunque sean más suaves y sutiles que una nube.
Hace un tiempo - nadie sabe realmente cuando - ese corazón comenzó a romperse. Quizás fue cuando fallecieron sus padres, o mi tía Caquel. Tal vez se rajó de nuevo cuando se fue mi abuelo Héctor o cuando el tío Cachi se quedó dormido para siempre. La enfermedad de mamá también le hizo mucho daño... pero el corazón se lo bancó con mucho coraje.
Tanto sufrir y aguantarse, tanto de ese "no querer que nadie se de cuenta" terminó por agotar ese corazón que sostiene al hombre que - no casualmente - contiene en él a mi padre. Así, en esta madrugada eterna, el hombre y su corazón esperan ser reparados por manos que nada saben del dolor que soportaron antes de llegar al taller.
Mientras muchos descansen aún entre las sábanas tibias robándole unos minutos más al reloj que anuncia el momento de salir para el trabajo, sendos gigantes quedaran expuestos bajo unas luces insoportablemente blancas y sometidos a la pericia de unas costureras impersonales y estériles. La gente caminará por las veredas húmedas añorando almohadas mullidas y sacará pase en el subte sin siquiera imaginar que en algún lugar cercano yace un corazón herido sobre el que trabajan muchas manos. Yo seguiré fumando a través de la espera infinita, hacia una hora incierta que ninguna alarma está programada para anunciar, deseando que cuando zurzan ese corazón roto logren reparar también el mío, aunque mal no sea un poco.
Fumaré mucho, lloraré quizás bastante, esperaré a que suene el teléfono con las últimas novedades y seguiré pidiendo a los dioses de todas las religiones que existen que todo salga a pedir de boca. El mundo, el país y la ciudad seguirán su marcha de rutina. No habrá festejos televisados ni reuniones en el Obelisco con banderas ondulantes, el Presidente no transmitirá por Cadena Nacional las buenas nuevas y la fecha pasará desapercibida para siempre.
Sin embargo, cuando mañana por la tarde abra los ojos el remendado corazón de mi papá, los cientos de rostros anónimos que tenemos el honor de conocerlo celebraremos con más alegría que el Campeonato del Mundo. Y nuestros corazones entonarán cánticos de cancha, armarán reuniones en las calles y fiestas interminables. Podremos respirar aliviados y agradecer que haya costureras menesterosas que sepan zurcir corazones y borrar heridas viejas y que tengamos la fuerza de resistir al estilo de Almafuerte:

No te des por vencido ni aun vencido;
No te sientas esclavo ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y acomete feroz, ya mal herido.

Ten el tesón del clavo enmohecido,
que ya viejo y ruin vuelve a ser clavo
no la cobarde intrepidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.


Procede como Dios, que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza,
necesita del agua y no la implora...

!Que muerda y vocifere, vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza!

1 comentarios:

Anónimo dijo...

despues de 2 meses.. sigo llorando cada noche pensando en el.. no puedo pensar en el... ya que siento que me muero cuando se que no esta a mi lado...ahora.. tengo novio... pero nadie me hara sentir como el me hacia.. lo amo... y siempre sera asi.. este es uno de los amores que te dejan marcado para toda la vida...solo quiero su felicidad...