Lo que ellas quieren

{ jueves, 17 de abril de 2008 }
A veces me pregunto si el interrogante persigue a los hombres tanto como ellos afirman. Será verdad que se la pasan intentando comprendernos o simplemente es uno de los tantos mitos baratos que circulan por ahí? Les interesará de verdad saber qué queremos, qué nos motiva y nos preocupa o les alcanza con descubrir una táctica que los deje a los pies de nuestra cama?
Yo creo que hay de todo en la viña del Señor, no obstante lo cual este espacio no fue pensado para que paguen justos por pecadores, sino todo lo contrario. En definitiva, este blog no lo leen tantos como para desequilibrar el Universo conocido, como sí sucede con el programa de Tinelli.
En principio me parece importante destacar que todos los seres humanos andamos - en más o en menos - detrás de las mismas cosas. Hombres, mujeres y todos los que hay en el medio, buscamos que nos quieran bien. Algunos se conforman con tener el cariño de un grupo de amigos, familiares, vecinos, compañeros de facultad y coworkers, y salen a reventar la noche porteña queriendo tapar con sexo el vacío que queda en el colchón en las noches hábiles.
Y no está mal que lo hagan, mientras no se crean que esa compañía ocasional y rotativa les va a servir para toda la vida.
Generalmente se supone que las mujeres somos las que quieren pasar del boliche al altar y los hombres los que únicamente anhelan concretar un escape silencioso a la mañana siguiente. No siempre es así, conozco varias excepciones y me incluyo personalmente en ellas, pero por ahora nos vamos a valer del cliché con fines didácticos.
Intentemos entonces explicar a los elegantes caballeros que leen estas líneas por qué está bueno tener UNA mujer con la cual compartir el devenir de sus días. Para ello es preciso ejemplificar con situaciones sencillas cómo se ve el mundo a través de los ojos de una novia en potencia.
En primer lugar, coincidiremos en que es mejor vivir ciertas situaciones de la vida con alguien que conozca las cosas básicas de nuestra persona, especialmente si somos alérgicos a la penicilina, fóbicos del orden, enamorados de nuestro auto o enemigos declarados del cine húngaro. En esos casos, tener al lado una mujer que nos conozca nos evitará recibir inyecciones letales de Amoxidal, amenazar de muerte a todos los que pisen nuestra casa si no usan posavasos, gritar a voz en cuello "NO SE FUMA EN MI 147" o tener que explicar a la gente del Centro Cultural por qué prendimos fuego la sala. De todos esos pormenores se ocupará la precavida señorita que los acompaña, valiéndose de miradas de advertencia, gestitos inconfundibles y - llegado el caso - de un buen codazo en las costillas del infractor sin que haga falta siquiera una mueca de parte del protegido.
En definitiva, la mina que se toma el trabajo de prestar atención y conocer las preferencias de su chico, lo hace porque es su forma de demostrarle que lo quiere de la mejor manera, es decir: como una madre primeriza.
Obviamente, si una quiere (nótese que nadie habló de amor hasta ahora) al hombre que tiene al lado, tiene ganas de pasar tiempo con él, de cuidarlo y de procurar que reciba la mayor cantidad de "caricias en el alma" que sea posible brindar. Esa es la chica que te deja devorar la parrillada para dos y se conforma con comer ensalada, aunque esté famélica. (Alguno lo había notado, muchachos?)
En consecuencia, y parafraseando aquello de "No le hagas a los demás lo que no te gusta que te hagan a vos", lo que nosotras queremos es que nos quieran bien.
Que nos cuiden como cuidarían a sus hermanas en las situaciones de la vida cotidiana. Que nos digan que estamos lindas sin que medien intenciones ocultas, que nos envuelvan de vez en cuando en un abrazo desprovisto de lujuria, que nos digan la verdad sin ser crueles, que nunca dejen de ser los que llevan los pantalones sin hacerse los machos de América.
Aunque no tengan ganas de ponerse de novios, está muy bueno hacer sentir que el mundo deja de girar cuando nos miran a los ojos.
Sí, ya sé... si no lo hacen no es porque no puedan, sino porque "las minas se enganchan y se piensan cualquiera", no??
Muchachos, no somos tan taradas!! Además, no será que nos enganchamos porque ustedes son los que no saben separar la caballerosidad del amor? Si nosotras aprendimos a separarlo del sexo, me parece que les toca a ustedes hacer un esfuercito. Hablando se entiende la gente... hablando con claridad.
Nunca falta la que no entiende ni aunque le pongan un pasacalle que diga "Mabel NO TE AMO!! Rubencito", pero esas mujeres no son de la clase que se preocupa por conocer al ser humano detrás de la testosterona, sino de la que busca enganchar a cualquier hombre que se le cruce, lo quiera o lo aborrezca. A mi tampoco me gustan las mujeres así!!!!Los invito a hacer la prueba, descubran qué se esconde detrás del maquillaje y del push - up pero, en lugar de pelearse con el broche, amíguense con la persona. Quién les dice, quizás hasta se descubran compartiendo la última tira de asado con una mujer que valga la pena!

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