¿Sos feliz?

{ viernes, 20 de agosto de 2004 }
El insomnio me muerde con fuerza inusitada. Miro a mi alrededor y siento la blancura del techo cernirse sobre mi cabeza. Esta noche, mi habitación es diez talles más chica. Una catarata discurre por mi cabeza con lo que, calculo, habrán de ser mis pensamientos. A esta altura, van tan rápido que no logro identificarlos. Frases incoherentes se agolpan, pugnando por tomar alguna forma definida y salir: "Vivo entre el deseo de caer y el miedo a la caida", "La frente muy alta, la lengua muy larga y la falda muy corta", "Las visitas a la morgue son los miércoles", "El viernes me operan para sacarme los pólipos", "¿Hablaste con ella? ¿Qué te dijo?", " Me encantan tus ojos","La venganza será terrible", "El rotativo del aire informa. Hora: Cinco y cuarenta y siete de la madrugada". No entiendo cómo pasó tan rápido el tiempo... si hace diez segundos eran las doce y empezaba el programa de Dolina... cómo pueden ser casi las seis de la mañana??? A dónde se fueron mis ocho horas de sueño? No tenía yo un paquete de cigarrillos recién empezado? Alguien me robó por lo menos 12 y tuvo el descaro de dejar todas las colillas en mi cenicero. La pregunta que antes me provocaba llanto amenaza con salir a flote otra vez, pero ya no le temo. Alguien se entretenía en formulármela siempre... allá lejos y hace tiempo cuando en madrugadas como esta nos queríamos con locura, casi como jugando. Al principio, el "Sí!!!!!" se me escapaba entre los dedos casi sin pensarlo... pero el tiempo, inexorable y tirano, lo cambió por un "No sé" sin que me diera cuenta. El "No" se alojó en mi alma sin contratos de locación y sin posibilidad de desalojo. Fueron tiempos de oscuridad en la Tierra Media de mi espíritu... ubicada en algún rincón de mi anatomía. Me cuesta localizarla, porque no la veo entre mi corazón y mis pulmones... me gusta imaginarla en un espacio menos accesible para los cirujanos. En esas épocas empecé a temerle. Ya no era divertido que me lo preguntaran ni era gratificante responder(Las cosas se ponen tan grises a la madrugada que la vida parece una película de Chaplin). Pero las palabras son como el agua... se las puede demorar con un dique, pero no se puede detener su avance. Y la pregunta volvió. Tuve que aguantarme la angustia y dejar caer el "No" con desgano... tantas veces, tantas noches. Y pensaba en Neruda... pienso mucho en él. "Como todas las cosas están llenas de mi alma, emerges de las cosas, llena del alma mía". Pensaba que quizás no se refería a una mujer amada (creo que tanta profundidad de pensamiento y de expresión se extiende más allá del mero horizonte de una espalda... llegando hasta la vida misma y, por extensión, hasta "ELLA", que es la meta de nuestra existencia mortal), sino a ese tesoro que yace en las pequeñas cosas. De la oscuridad del alma surge la tristeza, el llanto, el dolor. De su intensa luz, el amor, el gozo... y ELLA. "Emerges de las cosas, llena del alma mía". Y cuando alguien hace LA pregunta, uno se pone a pensar y analiza la vida como un contador, los libros de una empresa. Se detiene cuidadosamente en el Debe y revisa con frenetismo el Haber, contieniendo la respiración ante la posibilidad de un balance negativo. El alivio llega pronto cuando el número es verde, porque no hay nada más alentador que poder dar un "sí" como respuesta. En definitiva... ahí se resume todo, no? No hay nada más allá. Cada sacrificio y cada error cometido. El amor de los que amamos, lo que somos y hasta lo que queremos ser. No es casual que, al encontrarnos con alguien que hace mucho no vemos, preguntemos "Estás bien?" en lugar de hacerle LA pregunta... no preguntamos porque no queremos que nos pregunten. Porque a veces es duro recibir el "No" de un ser querido. Porque tenemos miedo de tener que pronunciarlo nosotros. Ya no le tengo miedo. Y por ello, con toda impunidad me pregunto:

- ¿Sos feliz?

- Sí, señor... en efecto.

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